Gracias a Internet y los e-books, vuelven los artículos largos


@ elpuercoespín


Cuando el ex editor de la revista del New York Times, Gerry Marzorati, habló en Berkeley a principios de la primavera sobre cómo salvar el periodismo de formato largo, lanzó una idea interesante: alguien debería reunir una “colmena” de periodistas de formato largo y construir un website para atraer lectores y mostrar su trabajo. El redactor del New Yorker Mark Danner sugirió que la colmena debería ser una tienda de parada, que proveyera a los escritores la ayuda del marketing y las redes sociales y la coordinación de eventos, además de publicar su trabajo. Marzorati enfatizó que tal empresa necesitaría apoyarse en periodistas populares y de nombres conocidos para establecerse.

Al otro lado de la Bahía, en San Francisco, según resultó, ya estaba en marcha un plan muy parecido. Byliner, que será lanzado en mayo, combina una plataforma de publicación de periodismo de formato largo original con un website que intenta ser una Pandora de la no ficción narrativa –y convertirse en el principal curador de esta clase de narración en la red.

Es un proyecto ambicioso, liderado en parte por un editor con profundas conexiones con algunos de los escritores de no ficción más establecidos. Como editor de la revista Outside, Mark Bryant ha ganado cinco National Magazine Awards y ha trabajado con Michael Lewis, Susan Orlean, Jon Krakauer, David Foster Wallace, Annie Proulx, Sebastian Junger, Mary Roach, Bill Bryson, Ian Frazier y Denis Johnson.

Byliner tuvo un debut más o menos perfecto la semana pasada con la publicación de “Three Cups of Deceit” (Tres Tazas de Engaño) de Jon Krakauer, una investigación sobre las finanzas y la auténtica biografía del autor de Three Cups of Tea (Tres Tazas de Té) y candidato al Premio Nobel Greg Mortensen. El artículo estuvo disponible en forma gratuita durante las primeras 72 horas y más de 70.000 personas lo descargaron hasta ayer. (Actualmente, figura como número uno en la tienda Kindle Singles de Amazon) La compañía también formó una sociedad con Read It Later, que les dará acceso inmediato a unos cuatro millones de usuarios registrados, indicó Bryant.

Aunque algunos de los detalles sobre Byliner no estarán claros hasta después del lanzamiento, hablé con Bryant acerca de la estrategia que se halla detrás del proyecto y sobre cómo imagina que el sitio encajará en el mundo editorial existente.

Bryant describió Byliner menos como un competidor de las publicaciones existents y más como un lugar de reunión central para el periodismo de formato largo. Proveerá algo de su propio contenido, dijo, pero también dirigirá a los lectores a artículos en otras partes.

“Si podemos ayudar a crear esta comunidad de narrativa de no ficción, y si Byliner puede convertirse en el sitio de intercambio, esto ayudará a que el floten los botes de todos”, argumentó Bryant. “Estamos en relaciones amistosas con The Atavist y “realmente admiro grupos como longform.org. Son grandiosos y creo que podemos ayudarnos unos a otros”.

En conversaciones con compañías como Amazon, Apple, Google y Barnes & Noble, se tornó claro que los gigantes de la web estaban ansiosos por que se produciera más periodismo de formato largo, contó Bryant. Las compañías estaban particularmente entusiasmadas por construir una relación con publicaciones con una historia probada en el campo de la no ficción –y quienes “les garantizarían una cuota constante de trabajo de calidad” (Bryant tiene la intención de publicar un artículo original cada dos semanas, más o menos).

En 2009, Bryant y su ex colega, el editor de Techland, John Tayman (quien había lanzado previamente MotorMouths.com), habían comenzado a hablar de formas de “ayudar a preservar el periodismo de formato largo” en un mundo en el que la venta de publicidad de las revistas –y, con ellas, los presupuestos, número de páginas y largo de los artículos de las revistas— se estaban reduciendo. Pero la tecnología que necesitaban sencillamente no existía, dijo Bryant, y dejaron de lado la idea. El verano pasado, con el ascenso del iPad , volvieron a hacer planes.

Su emprendimiento tiene dos ramas. La más directa de ellas es “Byliner Originals”, que editará y publicará nuevo periodismo para una plataforma de tablet (apuntan a artículos de 8.000 a 35.000 palabras —largos según la mayoría de los estándares periodísticos, pero todavía suficientemente cortos para ser leídos en una sola sentada). Para complementar el esfuerzo, Byliner lanzará lo que suena como un website bastante elaborado para aficionados a la no ficción. El sitio incluirá páginas de autor que permitirá a los autores de Byliner ofrecer sus marcas personales y conectarse con lectores –una opción intuitiva—y también agregará conversaciones acerca de esas historias tomadas de Internet.

“En las páginas de los escritores, éstos son alentados a unirse a la conversación sobre los artículos, a hablar acerca de lo que están leyendo, lo que recomiendan”, indicó Bryant. Él cree que el sitio será “un gran lugar para que los escritores construyan bases de fans”.

El jefe de Operaciones de Byliner, Ted Barnett, provee la carne de las redes sociales: AOL adquirió una de sus primeras compañías por $225 millones y más recientemente ha creado un sitio mundial virtual para niños.

Para promover su marca y sus autores, Bryant dijo que la compañía no empleará técnicas tradicionales de marketing, sino que se concentrará en las redes sociales (están planeando contratar a tiempo completo un experto en redes sociales).

Los escritores recibirán un anticipo y dividirán las ganancias de las ventas por mitades con Byliner. “Realmente, lo vemos más como compañerismo que como una relación de negocios, y los autores que han venido con nosotros lo han hecho en parte por nuestra relación personal con ellos”, indicó Bryant. “Confían en que manejaremos correctamente su trabajo”.

Pero Byliner.com va un paso más allá: sus fundadores quieren que sea el sitio central para la narración de no ficción en Internet y están creando un archivo de 25.000 artículos sugeridos, tanto actuales como clásicos, junto con un servicio de recomendación –la Pandora del formato largo—que advertirá las preferencias de los lectores y sugerirá autores que podrían gustarles.

Tayman, CEO y primer estratega detrás del website de Byliner, escribió en un e-mail que el archivo eventualmente presentará “más de 2.000 de los trabajos de los mejores escritores de no ficción”.

“Estamos curando los directorios enteros de autores a mano –los escritores no necesitan hacer cosa alguna—y los lanzaremos en etapas”, escribió. “Para nuestro lanzamiento beta, casi 200 escritores tendrán archivos dedicados a ellos que permitirán a los lectores encontrar sus artículos clásicos o más nuevos, sus libros y –si han escrito alguno—sus Byliner Originals”.

“La idea es dar al lector la oportunidad de hacer descubrimientos más profundos o descubrir haciendo cruces relativos a un artículo o a un escritor, de un modo que no es posible actualmente online”.

Byliner no albergará artículos enteros en el sitio: el archivo más un servicio de referencia. Incluirá encabezados, sumarios y los comienzos de cada historia, dijo Bryant, y enviarán luego a los usuarios directamente al sitio donde la historia fue publicada originalmente –o el lugar donde pueden comprar el libro. Este enlace, de hecho, es una pequeña parte del modelo de negocios de Byliner (piensen en las tarifas de afiliación de Amazon).

Habrá también páginas en el sitio que incluirán links para que los lectores se puedan suscribir a determinadas revistas —Esquire fue el ejemplo dado por Bryant— o para que compren la aplicación de la revista para iPad, o para encontrar links a artículos de Esquire seleccionados por los editores de Byliner.

Bryant indicó que el archivo está siendo curado con la ayuuda de unos veinte editores jóvenes, algunos de los cuales trabajan part-time. Suena como un esfuerzo masivo, y también puede ser riesgoso.

Escribiendo sobre Byliner la semana pasada, Sarah Lacy, que está en conversaciones para convertirse en colaboradora de Byliner, consideró el archivo una “distracción” respecto del más prometedor trabajo de los Byliner Originals.

“Yo creo que la gente está sentada esperando más artículos largos para leer. Si sos como yo, ya tenés una pila de libros que estás buscando tiempo para liquidar y pilas de números atrasados del New Yorker, The Economist y Vanity, que están tomando control de tu casa… Creo que hay un nicho de gente que amará este sitio. Pero, principalmente, creo que está diseñado para una audiencia masiva que a reporteros como yo nos gustaría que existiera”.

En respuesta, Tayman se la tomó con la idea de que hay gente que tiene demasiado para leer. “No creo que los lectores sufran jamás por tener demasiadas grandes historias para leer”, escribió. “La idea es salvar a los lectores de perder su tiempo leyendo lo que podría no satisfacerlos –salvarlos de historias insatisfactorias y apuntarlos hacia otras que no sólo son grandes lecturas, sino grandes lecturas que les significarán algo. Pensamos que la gente no sufre por tener ‘demasiado’ para leer, sino de no poder encontrar fácilmente historias que saben que disfrutarán”.

Al menos inicialmente, sin embargo, los Byliner Originals proveerán la mayor fuente de ingresos para la compañía. El sitio no incluirá avisos, al menos no hasta que el tráfico pase un cierto umbral, indicó Bryant.

Consideró la popularidad de la historia en PDF de Krakauer “un poco extraordinaria”.

“Sí, la estamos regalando, pero, sabés, creo que aún así las cifras de ventas serán bastante significativas”, dijo. Y aunque la mayoría de los artículos originales para Byliner “no tendrán una veta investigativa”, aclaró que sí espera que muchas sean “altamente relevantes”. Y apostarán a su tono y contenido. “Creo que algunas de ellas podrían ser un poco raras cada tanto, un poco sorprendentes”, apuntó Bryant. La idea es calidad sobre categoría. “Hay lugar para historias mortalmente serias. Hay lugar para el humor”.

“Creo que si uno mira al primer año de los Byliner Originals”, prosiguió, conectando las historias se llegaría a la “idea de que todas son inteligentes, todas están realmente bien investigadas, todas son, en términos estéticos, hermosas historias”. Aunque la primera docena de autores de Byliner son principalmente veteranos del formato largo, Bryant también está reclutando jóvenes escritores. “Estamos dispuestos a tomar riesgos con gente”, dijo. “En términos generales, buscando personas, sean de 23 o de 73 años, cuyas habilidad están bien desarrolladas y que sepan lo que están haciendo”.

¿Y los ecos entre la propuesta de “colmena” de Marzorati y Byliner? No era una coincidencia. “Había pasado tres años como consultor full time del New York Times y trabajando directamente con y para Gerry”, contó Bryant, “y tuvo la suerte de escuchar un montón de sus ideas”.

***

La idea nació de dos periodistas, cansados de escuchar que Internet es el reino de la brevedad y la falta de profundidad en el contenido, una frase muy repetida, pero pocas veces comprobada. A Evan Ratliff, un colaborador habitual de la revista Wired, y Nicholas Thompson, ex editor de la misma publicación, se les ocurrió una idea extraña que luego volcaron en un artículo de gran extensión: desconectar a Ratliff durante un mes de la web y pedir una recompensa de 5 mil dólares a quien lograra conseguir datos de su paradero.

Esa nota, de un despliegue poco habitual en los medios de comunicación tradicionales que son víctimas de la tiranía del espacio acotado, fue el germen de una idea bautizada The Atavist, una plataforma digital que explora nuevas maneras de presentar contenidos de larga extensión, siempre con la idea de aprovechar toda la potencialidad narrativa y multiformato que ofrece Internet. Son piezas de textos largos, la mayoría de las cuales explora el género de no ficción, cuyas plumas fundadoras en los ‘60 fueron Truman Capote,Norman Mailer y, una década antes que ellos, Rodolfo Walsh con su recordado Operación Masacre.

“En el entorno digital, hay un espacio infinito, pero de alguna manera esto no ha dado lugar a un florecimiento de los contenidos de formato largo”, dijo Ratliff al NYT.com. Durante mucho tiempo consideraron crear un sitio web, pero se dieron cuenta que estos contenidos debían estar presentes en otros dispositivos más portables como las tabletas y los celulares.

El proyecto demandó 20 mil dólares de inversión y cuenta con un sistema gestionado por los mismos autores e integrado a una plataforma de pago. Los usuarios eligen los textos por su gran calidad periodística y despliegue, pero también por la posibilidad de optar por un circuito de lectura a la medida de sus intereses. Los artículos, que cuestan entre 2 y 3 dólares y están disponibles para iPad, Nook y Kindle, se pueden leer, escuchar y hasta seguir a través de contenido audiovisual.

“Queríamos crear algo que la gente pagaría, porque la web es muy buena para la creación de bits de información breves y ágiles, pero no tanto cuando se trata de piezas bien editadas, con ritmo y un lenguaje cuidado”, aseguró Thompson, quien dejó su cargo de redactor jefe en The New Yorker para dedicarse de lleno al nuevo proyecto.

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