Después de doctorarse con una tesis sobre las formas de locura en la Edad Media, esta profesora universitaria se ha convertido en una de las mayores expertas en literatura digital del mundo


Albert Lladó


Puede que la conozcan por sus recomendaciones literarias en Els Matins de la televisión pública catalana. O puede que lo hagan porque ya ha llegado a sus manos su nuevo libro, Per què llegir els clàssics, avui (Ara Llibres), un auténtico homenaje a la lectura. Pero  Laura Borràs  es, ante todo, una profesora y académica que no se ha querido quedar quieta en su despacho, que ha abierto brechas, y que - desde el rigor de las humanidades - se ha convertido en una de las mayores expertas en literatura digital del mundo. Y, siempre, con una sonrisa.

Muchas veces le habrán preguntado qué hace alguien que se doctoró con una tesis sobre las formas de locura en la Edad Media dedicándose a la literatura digital

Seguramente hay algo de locura en la literatura digital, cuando menos por la dificultad de comprensión de la diferencia que representa. Por ello, ante la sorpresa que genera, acostumbro a decir que no es una transición tan extrema como parece, sino que pasé de los locos medievales a los locos digitales pero que, de algún modo, el tema sigue siendo el mismo: la locura. En cualquier caso, debo decir que la misma sensación de extrañamiento que nos producen hoy las muestras de literatura digital nos la producen los manuscritos miniados medievales en el sentido de que los percibimos como antepasados del libro pero no los comprendemos, la diferencia estriba en que éstos están legitimados como 'alta cultura' y la literatura digital es una disciplina en proceso de configuración y establecimiento y todavía está recorriendo su camino de legitimación.

Supongo que al principio la debían mirar como a un bicho raro

Efectivamente, cuando la literatura se traslada al terreno digital parece que es llevada hacia un ambiente extraño y hostil mientras que, en realidad, la escritura es una tecnología y el libro, una máquina. En el curso 1996/1997 empiezo mi inmersión digital. Simultanear la presencialidad con la virtualidad, pensar en digital y estructurar estudios universitarios "on-line" me dio la oportunidad de repensar lo que hacía en mi labor docente y cómo lo hacía, con qué finalidad. Desde entonces, he creído en el potencial que las tecnologías digitales tienen en el terreno de la enseñanza y he desarrollado materiales didácticos digitales de manera pionera y exitosa para los estudiantes que los han utilizado. De hecho, en los últimos 12 años he combinado la docencia en la Universitat de Barcelona como profesora de Teoría de la Literatura con el desarrollo del Open and Distance Learning (ODL) en el ámbito de la literatura, los estudios literarios y las humanidades.

Parece que los mayores malentendidos se producen por algo, en apariencia, muy simple: confundir literatura digital con literatura digitalizada. ¿Nos puede explicar las principales diferencias entre ambos conceptos?

En ocasiones es así, se utiliza el medio como un nuevo soporte, como un cambio en la forma, sin llegar a utilizar todas sus potencialidades. De ahí que el matiz entre literatura digital y digitalizada deba ser enfatizado para evitar confusiones. La literatura impresa que es llevada a la pantalla es literatura digitalizada, mientras que la literatura digital nace y se crea mediante procedimientos electrónicos para ser leída y consumida también en este medio, de modo que la condiciona tanto en su creación como en su recepción.

La principal diferencia es que la digitalización de la literatura supone la traslación del modelo conocido, el papel y la imprenta, al formato digital. Es una mera transposición de soportes sin que estos cambien la esencia del texto en sí mismo, mientras que la literatura digital, por definición, no puede ser impresa porque aprovecha y explota las posibilidades intrínsecas del medio.


También se cree que, en lo digital, el texto pierde importancia

La pirotecnia digital muchas veces consume su fuerza expresiva textual. Sin embargo, la literatura digital no es un artefacto puramente estético. Se insiste constantemente en la carga de novedad que las textualidades electrónicas llevan implícitas y, sin embargo, a menudo se comete el error de obviar su vinculación con la tradición. Las obras digitales proponen una sugestiva reescritura de los topos literarios en la sociedad actual. La modernidad no ha roto el cordón umbilical que une la creación literaria actual con la tradición, con los clásicos y yo misma constituyo un ejemplo de ello porque pese a haber dedicado esta última década a la investigación en el ámbito de la literatura y su confluencia con la tecnología, ya sea desde un punto de vista creativo, receptivo o didáctico, acabo de publicar un libro ("Per què llegir els clàssics avui", Ara llibres 2011) que nos recuerda la vigencia de los clásicos y que pretende ser un elogio de la lectura, que es lo verdaderamente importante, sea en el formato que sea.

El papel del lector también cambia. ¿Realmente se puede hablar de un cambio de paradigma como muchos han pronosticado?

La operación de leer siempre implica una comprensión del texto, sea como sea este texto, digital o analógico. Sin embargo, en la lectura de literatura digital el papel del lector cambia substancialmente en la medida que es un tipo de literatura que requiere de al interacción física y mental del lector, algo que va mucho mas allá de la simple operación de pasar paginas con el dedo. Aquí el lector interviene en el proceso de creación de un itinerario de lectura, que aparece como fruto de su destreza, de su nivel de alfabetización digital, de las decisiones que toma en el texto y que le permiten avanzar y hacer emerger el texto que necesita para seguir leyendo. La lógica de lectura se ve profundamente transformada y aunque estamos investigando en esta dirección para saber exactamente cómo leemos literatura digital en pantalla, lo cierto es que el cambio es radical.

Por otro lado, alguna vez ha dicho que se ha creado “un circo” alrededor de este mundo. En este sentido, ¿qué importancia tiene acercarse a lo digital desde una perspectiva humanística?

Para mí. que siempre he reivindicado la fortaleza de las humanidades, tiene toda la importancia. No sabría cómo hacerlo si no fuera así. Hace unos meses un artículo del New York Times proclamaba que o las humanidades eran digitales o no serían y estoy de acuerdo con ello. Precisamente cuando parece que el modelo humanístico de formación está amenazado por fórmulas educativas de mercado, a las que se les exige una rentabilidad inmediata, resulta necesario aliarse con la modernidad -en este caso tecnológica- para mostrar la importancia de mantener vivo un legado, un modelo humanístico que creo imprescindible en nuestra sociedad. Tradición y modernidad no están en absoluto reñidas como se ha demostrado tantas veces en la historia, incluso de la poesía ("M'exalta el nou i m'enamora el vell", J. V. Foix).

¿Qué es la “teoría de la recepción” de Hans Robert Jauss y cómo le influyó en su interés por la intertextualidad?

La teoría de la recepción es una de las teorías que se centra principalmente en la figura del lector, de modo que se le otorga un protagonismo indiscutible en el proceso de construcción de sentidos y significados en base a su horizonte de expectativas. Por tanto, si hay una figura importante en el proceso de lectura es la del lector, quien tiene que asumir la responsabilidad de transitar por un auténtico camino hermenéutico. Y por otro lado nos muestra la variación, riqueza y mutabilidad de la lectura en función de cada momento histórico. Mi interés por la textualidad, por la intertextualidad, se vio fuertemente influenciado por esta escuela crítica, incluso en mi viaje de lo medieval hacia lo radicalmente contemporáneo.

En algún artículo, ha utilizado el término ‘Liter[art]ure’ para explicar esta nueva narratividad. Hoy, ¿la barrera entre literatura y arte sigue estando clara?

El juego, que en inglés permite incluir el arte en el vocablo literatura para referirme a una literatura que se presenta como una forma de creación artística, me pareció ocurrente en su momento. Lo cierto es que también en su dimensión artesanal -de producto-, la literatura digital tiene mucho de artístico. No hay barreras claras en este nuevo escenario creativo y ahí radica en parte el interés del mismo. Estamos en un territorio eminentemente performativo por el 'running' que exigen las obras y actuamos como espectadores ante la pantalla en la que también podemos - y en ocasiones debemos- actuar como artífices de la obra, como sus creadores. Por ello en su momento se habló del "wreader", es decir, del lecto-escritor que, de entrada, nos ubica en una posición incómoda.

Durante su trayectoria académica ha combinado la docencia con la investigación. ¿Qué le aporta cada campo?

No concibo la una sin la otra en el sentido que siempre he dicho que para mí la docencia es una vocación que me coloca en una posición ética de servicio y la investigación es un deber que los profesores tenemos de continuar formándonos, reciclándonos, aprendiendo para mantener y mejorar la calidad de nuestra docencia. En este sentido, las he practicado ambas ininterrumpidamente a lo largo de 16 años de ejercicio de la docencia universitaria con sumo placer y con el riesgo, en ambas dimensiones, de tratar de innovar, de abrir camino a nuevas formas (en este caso tecnológicas) de enseñar en la virtualidad y de abrir desde la perspectiva de la investigación un nuevo campo disciplinar en Catalunya, el de la literatura digital.

En este sentido, usted creó en 1.999 un proyecto pionero: el grupo Hermeneia. Explíquenos cuáles eran, y son, sus principales objetivos.

En el curso 1999-2000 planteo el proyecto de trabajar la confluencia e interacción de los estudios literarios y las TIC y lo bautizo con este nombre, Hermeneia, que procede del griego 'hermenein' que tiene que ver con el deseo de conocer, pero al vicerectorado de investigación de la universidad para la que lo promuevo, la UOC en aquel momento, no le parece relevante y no obtiene financiación alguna.


Un año más tarde, en 2001, recibo una Distinción de la Generalitat de Catalunya como investigadora y en lugar de acogerme a los cuatro años sabáticos que el premio fomenta para liberar a los profesores galardonados de tareas docentes que consumen mucho tiempo y permitirles consagrarse a la investigación; continuo con la docencia y dedico todos los fondos de la misma (30 millones de las antiguas pesetas) a la creación de un grupo de investigación con el mismo nombre Hermeneia y con el mismo objetivo cuyo primer resultado es un portal web, centrado en el estudio de la confluencia entre las tecnologías digitales y la literatura en un sentido amplio, de creación y de reflexión que ahora mismo cumple ya 10 años de vida.

En 2009 Hermeneia es reconocido como grupo consolidado por la propia Generalitat de Catalunya. Actualmente, el grupo está formado por 22 investigadores nacionales e internacionales que tenemos como objetivo general mantener un seguimiento de las distintas formas creativas y las percepciones críticas suscitadas por las reacciones e interacciones de los Estudios literarios y las tecnologías digitales.

En la misma línea, dirige el “Máster en Literatura en la era digital” que se imparte en la Universitat de Barcelona. ¿Qué se aprende allí?

El Máster ha sido diseñado según las directrices del Espacio Europeo de Educación Superior, está integrado por dos postgrados y cuatro cursos de especialización. Por un lado, tenemos un postgrado en Literatura Comparada en la era digital que, partiendo de una concepción textual y discursiva de la realidad, propone herramientas de reflexión crítica que permiten una mirada transversal sobre la cultura y sus nuevas formas de producción, consumo y difusión, y hace énfasis especial en el entorno digital y en el análisis comparativo de lenguajes artísticos.

Por otro lado, el postgrado en Lectura, edición y didáctica de la literatura y TIC se centra en el análisis y el funcionamiento de las herramientas que permiten enseñar literatura en un contexto que tanto puede ser de e-learning (enseñanza mediante un entorno virtual) o blended-learning (enseñanzas presenciales y/o semipresenciales porque incorpora la docencia virtual) que cada vez más se revela como imprescindible. Además capacita a los estudiantes en el uso de herramientas digitales aplicadas a la literatura y resulta una opción profesionalizadora y también de investigación en la medida que enseña a comprender los cambios que se han producido y no dejan de sucederse en este terreno y permite ofrecer un conocimiento generado por un grupo de investigación de temática innovadora y de máxima actualidad.

Para acabar, recomiéndenos un proyecto digital que podamos encontrar en la red y que no nos podemos perder

Acaba de salir la "Electronic Literature Collection", vol. 2 que publica la Electronic Literature Organization (ELO), en Estados Unidos y en la que he tenido el honor de participar junto con colegas tan prestigiosos como Rita Raley, Brian Kim Stefans y Talan Memmot. Se trata de una antología de obras de literatura digital que continúa la labor antologadora de la primera colección cuyo éxito como herramienta didáctica tanto en América como en Europa ha sido extraordinario. Este segundo volumen era esperado con mucho interés y expectación por la profesión y puedo decir con orgullo que la literatura en catalán y en castellano e incluso en inglés pero realizada por artistas que viven en Barcelona han encontrado por primera vez un lugar en ella con todo lo que ello conlleva a nivel de repercusión, estudio y conocimiento.

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